Asociación de Amigos del Centro de Cirugía de Mínima Invasión “Jesús Usón”
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Nov 01

Viaje cultural «RUTA DE LAS MARAVILLAS»

LA RUTA DE LAS MARAVILLAS

Eran las 9 y cinco minutos del sábado 28 de octubre, cuando iniciamos el viaje por la “Ruta de las 7 Maravillas” desde nuestro lugar habitual en la Avenida Rodríguez de Ledesma, la tienda Muebles Príncipe que ahora se llama Muebles Rey, porque ha ascendido el personaje aludido. Nuestro primer objetivo era el “Castro prerromano de Villasviejas del Tamuja”, adonde llegamos a las 9,50 horas. Nos esperaba Belén, del Ayuntamiento de Botija, que estrenaba un altavoz que nos permitía oír perfectamente sus explicaciones. Nos fue llevando por fosos y murallas, por los restos de las viviendas de los vettones y del torreón, entre un paisaje de dehesa que nos hizo disfrutar al unísono de naturaleza y de una historia que se remonta 2.400 años atrás. Alguna no leyó la carta y llevaba zapatos de tacón por lo que maldecía en arameo. El saber no ocupa lugar, pero ayuda a disfrutar más de la vida.

En esto alguien dijo: Aquí, ¿cuándo se toma café? Y, como me pareció acertado lo propuse a la asamblea de viajeros, que siempre es soberana aunque llevemos una “hoja de ruta” prevista, y cambiamos media hora en Zarza de Montánchez por la Ruta de los Castaños, que dejamos para que cada uno la haga por su cuenta. La cultura es muy importante, y eso fue lo primero, pero no podemos ser rígidos y hemos de atender a las necesidades de los pasajeros que requerían una parada técnica.

Con fuerzas renovadas emprendimos el camino de la encina “La Terrona” que se inicia pasando por encima de un puente romano sobre el Tamuja. Son 3 kilómetros, ida y vuelta, que recorrimos disfrutando del paisaje. Nos hicimos la imprescindible foto de grupo tras haber admirado las cualidades de este árbol singular: 16 metros de altura y 25 metros de copa.

A eso de la una y media emprendimos en bus el camino a Montánchez, volviendo al cruce de Torre de Santa María, donde el conductor nos dejó junto al cuartel de la Guardia Civil. Al pasar por un secadero de jamones nos embriagó un intenso olor, perfume delicioso, a jamón “del bueno” del que se deshace en la boca y te deja un regusto de larga duración. Nos esperaban en “La Montanera” con todo preparado (pues llamó Elisa desde la agencia de viajes Atelier) y allí disfrutamos de un menú con 4 opciones: gazpacho, plato de ibéricos, bacalao o solomillo al vino dulce. Todo el mundo quedó satisfecho con la opción elegida.

A las 4 nos puso Basi un wassap advirtiéndonos que no podíamos llegar tarde porque cerraban el acceso al campo de batalla. Llegamos a las 5 menos cuarto y sacando las sillas del autobús, nos dirigimos, por el camino señalado, hasta la carretera donde se había iniciado la batalla de “La Sorpresa de Arroyomolinos”, recreación de lo ocurrido en 1811, con las explicaciones históricas. Nos colocamos en la parte baja del talud, para no molestar a los que miraban desde la carretera y estuvimos cómodamente sentados, en primera fila ¡y a la sombra que nos daban los de arriba! ¿Quién dijo en la agencia eso de que “a quien se le había ocurrido esa tontería de las sillas”? Pues tuvo que dar marcha atrás porque estuvimos mejor que los que la vieron de pie o los que se sentaron en el suelo. Es un espectáculo muy colorista, por los uniformes de los contendientes y muy curioso pues los generales enemigos la plantean como una partida de ajedrez, en la que van moviendo sus piezas con arreglo a una estrategia. Terminó a las 6 y media y volvimos al autobús a dejar las sillas.

No daba tiempo a visitar la “Basílica de Santa Lucía del Trampal” porque a las 7 y media se hacía de noche, así es que dimos tiempo libre para deambular por el pueblo, ver la portada plateresca de la iglesia, de aspecto tétrico pues está repleta de calaveras, y tomarnos un cubata, un gin tonic o simplemente una botella de agua. El ambientazo era fenomenal y nos dio pena dejar Arroyomolinos a las 7 y media para regresar a Cáceres, adonde llegamos sobre las 8 y media.

La experiencia se ha valorado positivamente y estamos dispuestos a repetirla acudiendo a otro espectáculo de recreación que se haga en algún pueblo de Extremadura. Para amenizar el regreso pusimos, en el video del bus, la película documental “Vivir soñando”, que cuenta las peripecias del Profesor Usón hasta conseguir crear, de la nada, el Centro de Cirugía de Mínima Invasión. Trataremos de que la proyecten en Canal Extremadura.

  

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